La obra de Sergio Madrid Durán, está cargada de la historia apanense desde sus primeras pinceladas
Sergio Madrid Durán, fue instruido en pintura y dibujo desde que tenía 8 años, a los 13, montó su primera exposición individual; a los 15, en 1975, ganó el primer lugar de un concurso de dibujo escolar, derivado del que, el Ayuntamiento de Apan, lo invitó a participar en una competición para crear un mural que reflejara la historia municipal, así comenzaron los primeros trazos de “La Vertiente de Aguamiel”, un mural inacabado por las vicisitudes político-sociales, pero que, a casi 50 años de que se iniciara, su autor afirma: “Estoy vivo, tengo 64 años, y estoy dispuesto a concluir la obra”.
El muralista, que a los 18 años ingresara a la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), periodo durante el que comenzó esta obra de alrededor de 63 metros cuadrados ubicado en el vestíbulo del Ayuntamiento, refirió que durante este periodo concluyó un segundo mural en la escalinata de la biblioteca pública Daniel Muñoz Gas, pero, relata, fue el repentino fallecimiento de este personaje, quien fuera expresidente municipal que, le impidió concluirlo.
Tras su deceso, Rodolfo Ortega Flores, fue designado como alcalde suplente, por lo que la historia, lo ubica como presidente municipal entre 1979 y 1981; durante este periodo, dijo, el junto con otro grupo de jóvenes activistas, hicieron todas las gestiones y dieron su mano de obra para limpiar un terreno en el que se construyó lo que fuera la primera biblioteca de Apan.
Señaló que cuando Ortega Flores asumió el cargo; el muralista, con entonces 19 años, exteriorizó al presidente municipal su deceso de completar la pintura; sin embargo, no obtuvo una respuesta favorable.
Previamente, dijo, para poder pintar una de las paredes de esta magna obra que cuenta con alrededor de siete metros por nueve, fue necesario improvisar mobiliario que le permitía desplazarse arriba, abajo y de un costado hacia el otro.
“El mural era un sustrato simbólico de la realidad, en ella, tenía que sintetizar, tenía que ser un discurso visual, claro, directo que pudieran entender tanto niños como adultos, tenía que atender a la diversidad y desde que lo concebí, pensé dividirlo en tres áreas”.
Mencionó que la primera parte relata la Conquista, esto, dijo, desde la óptica de un joven de 19 años, un joven de 1979.
“La noción, la idea, en ese momento sobre la Conquista fue de una acción violenta, esto, lo simbolicé con un monje que clava una cruz en una pirámide. Actualmente, con todo el bagaje con el que cuento a mis más de sesenta años ya no es igual. Los monjes franciscanos tuvieron un impacto social radical, estaban adelantados por más de 3 mil años, realmente, quienes causaron los efectos violentos fueron los ejércitos españoles”.
En una segunda parte, dijo, se puede apreciar a Mayahuel, la madre Mayahuel y su bebé, quien se convierte en Quetzalcóatl, imponente que confronta a un español que se ve victorioso sobre un indígena caído.
“Estas imágenes eran una síntesis, para la mentalidad de aquel tiempo y los criterios que no se abrían, el mural sin duda buscaba tener esa importancia y convertirse en lo que actualmente es, una herencia de la grandeza”.
Destacó que en este mural, el cual, fue nombrado durante esta entrevista a El Sol de Hidalgo como “La Vertiente del Aguamiel”, no solo consiste en una ilustración tiene semiótica y matemática aplicada.
“Si se ve de frente, es como si solo se tratara de un solo muro, porque tiene un principio de poliangularidad, se trata de un estudio de geometría analítica para que dé el planteamiento virtual de que no existen accidentes arquitectónicos”.
El artista plástico con formación académica en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, quien también realizó un diplomado en Historia del Arte en la Universidad de las Américas de Puebla; así como un diplomado en gestión cultural ante el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, señaló que administración, tras administración realizó las gestiones para poder concluir su obra, pero fueron una serie de actos violentos relacionados con la política que le impidieron terminar su obra.
“Ortega Flores fue destituido de manera ilegal, pusieron a Quijano Lara, de interino, mientras ocurría el periodo electoral tras el que Ricardo del Razo 1982-1985, llegó al poder”.
Explicó que este proceso se vio empañado por diversos conflictos relacionados con la política.
“Tomaron la alcaldía. Violaron las chapas de la casa de Ortega López, una casa que ya no existe ahí en 5 de Mayo. Le rompieron muebles, le voltearon la casa. Sabemos que tuvo que huir a Tijuana”.
Señaló que, una vez que Ricardo del Razo asumió el cargo de alcalde, pidió una cita, para solicitar se le permitiera y le dieran los recursos para concluir la obra, pero no lo consiguió.
“Lo vi curioso, como se sintiera culpable. Nosotros éramos activistas intensos, acabábamos de hacer una biblioteca, jóvenes ampliamente conocidos, cada semana teníamos actividades para recaudar fondos y construir una biblioteca. Estábamos inmiscuidos en la vida política del municipio. Pero, me dijo, no hay recursos, tenemos otras situaciones que debemos priorizar. Era ajeno al arte y la cultura”.
El muralista, se fue de su ciudad natal, por varios años y volvió en 1994, cuando Samuel Berganza de la Torre, fungía por segunda ocasión como presidente municipal, pero tampoco tuvo éxito.
Previamente, en diversos puntos del país e Hidalgo, realizó diversos, trabajos, entre estos, en 1986, el arquitecto Guillermo Rossell, exgobernador de Hidalgo le pidió plasmar un mural en la casa de la tercera edad en Pachuca y en 1990 en la ciudad de Reynosa también llevó a cabo un mural para la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
El autor, apanense, quien desde hace casi una década ofrece clases de pintura y dibujo en la Biblioteca Daniel Muñoz Gas, señaló que su visión sobre lo que plasmó en este mural ha cambiado radicalmente, su pensamiento ya no corresponde al de la persona que fue hace quince años, pero asegura, la ciudadanía ya no le permite realizar muchos cambios, pues es un legado, con casi 50 años de historia.
“Es una obra pública, es del pueblo y me debo a ellos”.
Refirió que, actualmente, concluir la obra, además del presupuesto, también se lo impiden las condiciones de uno de los muros, donde la humedad amenaza con borrar su obra; sin embargo, dijo: “Estoy vivo, tengo 64 años, y estoy dispuesto a concluir la obra. Me quiero subir ahí. Tengo una buena propuesta para plasmar semánticamente el contexto actual de la obra. Tuvieron que pasar cuarenta años, para que el tercer muro se pueda completar”.