El presidente de El Salvador maneja una economía con uno de los menores rangos de crecimiento en la región
JIQUILISCO. Nayib Bukele asume nuevamente la presidencia de El Salvador con un marcado contraste entre los logros de seguridad alcanzados en su primer Gobierno y una economía con uno de los menores rangos de crecimiento en la región y en constante necesidad de financiación del Ejecutivo, incluso a costa de fondos de pensiones de los trabajadores.
Bukele, que hoy toma posesión como presidente para el período 2024-2029, logró la reelección inmediata en los comicios de febrero pasado a pesar de que la Constitución lo prohíbe, con la bandera del “combate” a las pandillas como su principal mensaje de campaña y sin prestar atención a la situación de la economía, lo que le ha valido el mayor reclamo por parte la población, según diversas encuestas.
Tras reducir a mínimos históricos la violencia que azotaba al país por la acción de las pandillas, Bukele debe, según los analistas, enfocarse ahora en los problemas económicos. Es medular que atienda la alta deuda pública y la pobreza, dicen.
Desde 2019, cuando Bukele asumió el poder, la deuda pública aumentó de 19 mil 800 millones a 30 mil 016 millones de dólares, equivalentes al 84 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). La pobreza pasó de 22.8 por ciento en 2019 a 27.2 por ciento en 2023, según datos oficiales.
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El analista económico Carlos Acevedo comentó que “en la medida que llegue más inversión extranjera que abra fuentes de empleo se impulsa el crecimiento económico y se combate la pobreza”.
En 2023 la inversión extranjera directa fue de 759 millones de dólares, frente a los 171 millones de 2022, según cifras oficiales. Pero muchos no sienten el beneficio de las inversiones en megaproyectos en playas o en el sector inmobiliario.