Sumie García muestra cinco testimonios que relatan la historia de su llegada a finales del siglo XIX hasta nuestros días, en el filme Yūrei
El término Nikkei se refiere a la diáspora japonesa que ha fincado raíces alrededor del mundo. En México, miles de integrantes de esta comunidad viven en casi todas las regiones del territorio nacional manteniendo su particular forma de vivir, como una mezcla de culturas regionales y niponas.
Aunque no se encuentra en peligro de desaparecer, su representatividad y visibilidad en la vida social, política y, sobre todo, histórica del país es prácticamente nula, salvo algunos grupos con posiciones socioeconómicas privilegiadas.
El documental “Yūrei “ (Fantasmas), de la directora y artista visual Sumie García, busca contribuir con la difusión y reconocimiento de las distintas realidades de esta comunidad asiática en México, a través de cinco testimonios, que se entrelazan en un collage histórico y geográfico, que relata el duro devenir nikkei.
Se trata de la historia de su llegada a finales del siglo XIX hasta nuestros días -aunque hay registros que se remontan al virreinato-, trayecto en el que esta población no sólo tuvo que adaptarse a una nueva realidad, sino enfrentar procesos raciales y discriminatorios por parte de Estado Mexicano, como fue su “reubicación forzada” durante la Segunda Guerra Mundial.
“Sé que ha habido movimientos y llamados de perdón y reparaciones históricas hacia la comunidad Nikkei. Para mí lo más importante es que primero se dé el reconocimiento de la historia, si todos ignoramos que algo sucedió, cómo es que podemos exigir y seguir adelante, comenta en entrevista con El Sol de México, Sumie García, directora del documental.
La película ganadora del Festival Internacional de Cine de la UNAM (FIC UNAM), se estrena en salas de cine el próximo 12 de julio.
“Este documental es un llamado al reconocimiento, no sólo de la comunidad Nikkei, sino de todos los grupos que conformamos México”, abunda la cineasta, quien reconoce que esta película se convirtió a su vez en la identificación de su propia persona como parte de la comunidad Nikkei.
Lo teatral en la identidad
Estructurada de manera capitular, para hablar de la condición de las poblaciones de descendientes japoneses en Tapachula, Chiapas y Ciudad de México, la pieza destaca por la suma y apropiación de elementos estéticos meramente japoneses que, no sólo dan una personalidad japonesa a lo que se mira, sino que revisten el paisaje mexicano, transformándolo en cuadros que provocan en el espectador la duda de la identidad real de lo que está viendo.
“Cuando desarrollamos la película, en colaboración con Rodrigo Sandoval Vega Gil, con el que estudiamos convenciones de cine japonés, evocando lo teatral, leímos el libro ‘El elogio de la sombra’, que fue muy ilustrativa para entender la estética japonesa”, explica García, quien apunta que uno de los hilos conductores de toda la narración son danzas de origen japonés, como la danza Odori y la danza Butho, además de la narrativa del teatro clásico japonés.
“Lo que quisimos dar fue un sentido de la nostalgia que provoca el paso del tiempo histórico, queríamos que cada cuadro evocara a Japón, pero sin caer en los clichés de lo que se cree que es Japón”, apunta.
Sumie García no descarta que una de las razones por las cuales la cultura Nikkei ha sobrevivido con relativa prosperidad es por la oportunidad a la educación, que tiene que seguir en contacto con la cultura mexicana, como fue su propia experiencia al haber crecido en “una casa muy japonesa, pero cerca del mercado de Jamaica”.
Seguimos olvidando
Uno de los momentos críticos del documental es el episodio de los desplazamientos forzados que padecieron los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. La directora lamentó que se traten de historias contemporáneas que siguen sucediendo, en los contextos migratorios de Centro y Sudamérica hacia Estados Unidos.
“Mucha gente al ver lo que sucede con los migrantes centroamericanos piensa que es un acto de barbarie inédito, pero la realidad es que se trata de un proceso histórico que no ha parado, porque seguimos olvidando”, consideró la cineasta.
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“Es por eso que creo que el reconocimiento de las diásporas que ya conforman el país, nos pueden ayudar a comprender más sobre la forma en la que tratamos hoy a los migrantes”, agrega.
Sumie García puntualiza que la película no reproduce elementos de la cultura japonesa contemporánea, porque pertenecen a una época que no es la misma a la de estas comunidades, aunque admite que son temas que hoy mantienen a las comunidades Nikkei en el interés de las nuevas generaciones.