Samantha Flores, asegura que quiere ser ejemplo para mujeres trans más jóvenes
Reconocida como una figura referencial en la lucha por los derechos de la diversidad sexual, a través de acciones como la fundación de Laetus Vitae, la primera casa para adultos mayores LGBTQ+ en México, la activista transgénero Samantha Flores, de 92 años publica su autobiografía “Entre azul y buenas noches”
Se trata de una serie de anécdotas en las que — en colaboración con el investigador en Literatura y Civilización Hispanoamericana, Antonie Rodríguez— Samantha recupera, con un estilo coloquial y cercano al lector su historia de vida, desde el descubrimiento de su propia sexualidad en su natal Orizaba, Veracruz, y su desempeño laboral en la Ciudad de México y Estados Unidos en la industria hotelera, donde conoció a personajes relevantes, hasta el momento en que se convirtió en activista, luego de transitar el momento más difícil de la pandemia de VIH en nuestro país.
“No tenía yo ningún deseo de hacer un libro como este porque no quería parecer un fenómeno de circo. Pero finalmente me decidí porque he querido ser, a mi edad, un ejemplo para mis hermanas trans jovencitas. Me gustarían que vean que yo transcurrí hasta los 92 años sin necesidad de trabajar en la calle ofreciendo trabajo sexual que muchas de ellas siguen haciendo por no ser aceptadas”, expresa Samantha Flores en entrevista con El Sol de México.
AMAR EL CUERPO
Consciente de su “buena fortuna”, Samantha Flores comenta que, como se puede ver en el libro, jamás se ha sentido señalada por sus seres más cercanos, a pesar de que fueron educados de una forma tradicional, y que, si alguna vez llegó a sentir algún tipo de discriminación laboral contó con el apoyo de gente que valoró sus capacidades. Algo que, considera, debería ser un común denominador para las personas trans y aquellas que sean parte de la comunidad LGBTQ+ como ha venido sucediendo en los últimos años.
“Creo que ahora se ha normalizado mucho más (el ser parte de la comunidad LGBTQ+), aunque hay críticas en contra, que siempre han existido. Pero ha habido grandes avances, ahora hay cada vez más familias que aceptan a sus familiares gays como parte de ellos, e incluso, políticamente hablando, se menciona la diversidad en mensajes oficiales y el mismo presidente”, afirma la activista, a quien se le pregunta sobre qué le diría a aquellas mujeres trans que no cuentan con la misma red de apoyo.
“Dar consejos es muy difícil porque cada vida es diferente. Yo lo único que podría decirles a mis hermanas jóvenes trans es que traten de ser felices, que se identifiquen con ellas mismas y amen su cuerpo. Yo amo mi cuerpo, porque vivo en él, es mi hogar, es mi casa y es lo más importante, es para lo que he trabajado todo este tiempo y por lo que creo que he llegado a esta edad”, agrega.
EN CONTRA DEL ESTIGMA
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Entre las características de esta nueva publicación se puede decir que es un relato iniciático, en el cual Samantha relata sus primeras relaciones amorosas y la forma en la que logró con sus propias habilidades y recursos lograr una estabilidad económica. Pero también se vuelve un documento escrito que da fe de la forma plural en que la comunidad transexual ha existido en nuestro país, cuyo discurso, a parecer del especialista Antonie Rodríguez, se ha centrado en el “estigma”, con relatos en los que las mismas mujeres trans se sienten en “cuerpos en los que no debieron nacer”.
“En este libro, el relato de Samantha es alternativo, pues es la trayectoria de una mujer feliz. Creo que reivindicar ser una mujer feliz es un acto político, de resistencia frente a lo que se espera del relato melodramático, como si las personas trans sólo tuvieran derecho a la felicidad tras un vía crucis”, opina Antonie Rodríguez, quien asegura que aún falta conocer más historias particulares que han construido la historia de la comunidad LGBTQ+.