Porfirio Gutiérrez forma parte de la muestra monumental “We Live in Painting: The Nature of Color in Mesoamerican Art”, en el marco de PST Art: Art & Science Collide
LOS ÁNGELES. A través de su participación en la muestra “PST Art: Art & Science Collide”, el artista oaxaqueño Porfirio Gutiérrez busca ilustrar la manera en que se puede transformar la naturaleza en color para generar una obra de arte.
Su trabajo forma parte de la exhibición “We Live in Painting: The Nature of Color in Mesoamerican Art”, conformada por 270 piezas que se presentará durante un año en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles (LACMA), a partir del 15 de septiembre.
PRESERVA SUS TRADICIONES
La instalación se divide en dos partes, una recrea su taller (ubicado en California) y la otra es una escultura titulada “Línea del tiempo”. Esta última “hace referencia a los tonos y colores que se obtienen en un tiempo específico cuando fue recolectado el material”, según explica el propio artista a El Sol de México.
Fueron alrededor de ocho meses los que le tomó la creación de estas piezas, dado que para obtener los colores (que provienen de la cochinilla y otras plantas) entran en juego muchos factores, como el clima y la época del año, ya que el artista depende de estos elementos para obtener los materiales.
Porfirio migró a Estados Unidos cuando tenía 17 años de edad, pero el lugar que lo vio nacer fue Teotitlán del Valle, Oaxaca, donde aprendió sobre la tradición textil que caracteriza a este pueblo, y cómo eso se puede convertir en un trabajo más complejo que combina el arte con la ciencia.
“Es rescatar esos valores y esa integridad ancestral que se ha perdido muchísimo, pero para mí eso me define como zapoteco. Es crear un diálogo entre el material, pero también el presente y como miembro de esta cultura, cómo se expresa hoy en día. No sólo repitiendo patrones, sino también encontrando nuevas formas de expresión”, apuntó.
OTRA FORMA DE VER LA MIGRACIÓN
Todos los materiales que Porfirio Gutiérrez emplea para realizar su trabajo provienen de California, donde actualmente radica. En su opinión, el traer este tipo de proyectos rompe con la idea de que para hacer piezas de calidad es necesario trasladarse a su país.
“Estos acercamientos dan pie a repensar, no sólo la migración, sino también ver desde una panorámica más extendida, y no sólo en países, sino también en la tierra y en el continente, en este caso americano, cómo las culturas pueden vivir en esta tierra, nuestras lenguas y nuestras tradiciones”, opinó.
“La percepción que tenemos es que si no vives en tu pueblo, si no estás ahí, hay un cuestionamiento de qué es autenticidad y tradición, dónde vive esto, quién lo preserva. Es un concepto erróneo pensar que sólo puede existir en un espacio, si podemos repensar eso, es replantear cómo vivían los ancestros antes de la colonización”.
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La exposición We Live in Painting: The Nature of Color in Mesoamerican Art proviene de la nueva colección de arte de América Antigua del LACMA, y algunas píezas fueron prestadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, las cuales nunca se habían exhibido.
La curaduría estuvo a cargo de Diana Magaloni, directora del Programa, la doctora Virginia Fields y David Domenici, un curador visitante proveniente de la Universidad de Boloña.