Pacientes y trabajadores del los institutos nacionales de Salud advierten que aumentarán las carencias en estos
Aquí nada más, imagínate, no hay ni papel para secarnos las manos; si te las secas con otra cosa, pues se infectan otra vez; evidentemente al disminuir el presupuesto va a disminuir la atención y la calidad de los cuidados”, advierte Fátima, trabajadora del Instituto Nacional de Cardiología sobre el recorte presupuestal de 113 mil millones de pesos que diputados perfilan para el sector salud en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2025 que se aprobará esta semana.
“El que disminuyan el presupuesto provocará complicaciones y más reingresos”, añade Fátima a El Sol de México, que realizó un sondeo entre trabajadores y pacientes de los hospitales de especialidad (institutos nacionales) ubicados al sur de la Ciudad de México.
Entre los recortes previstos al Sector Salud, se contempla quitarle al Instituto Nacional de Cancerología 340.3 millones de pesos de su presupuesto, 14 por ciento menos que en 2024, y al Instituto Nacional de Cardiología se le recortarán 245 millones de pesos.
Fátima, quien labora en este último, asegura que de haber menos dinero en el Instituto hay más posibilidades de no contar con los insumos necesarios para poder brindar una atención sanitaria de calidad y que garantice la salud de las personas que deben llegar muy de madrugada para formarse por una ficha médica y recibir atención.
Si bien esa reducción aún sigue en el Congreso de la Unión y no ha sido avalada, los familiares de los pacientes que actualmente están internados en alguno de esos Institutos viven en carne propia los padecimientos que hay en el sistema de salud mexicano: pocos especialistas, falta de medicamentos y la saturación en los hospitales públicos.
“Llegamos al cuarto para la una de la madrugada a hacer fila a Cardiología, fui la ficha siete”, dijo la señora Socorro quien ingresó con su hijo a este hospital de especialidad a las 7:30 de la mañana y quien además expone que “ni al baño dejan pasar a los familiares” que los acompañan y que deben pagar “10 pesos”, las veces que sean necesarias al día, para ir al baño: uno público que hay a la vuelta del hospital.
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En el Instituto Nacional de Pediatría (INP) pasa algo similar: la señora Esmeralda lleva nueve años trasladándose del estado de Guerrero a la Ciudad de México para atender a su hijo; el pequeño Alberto tiene 11 años y desde los dos años padece de una enfermedad que ha ido afectando su organismo; vive con sólo un riñón, fue intervenido por un trasplante de médula, los doctores del Instituto lo dieron de alta por considerarlo estable, pero Alberto tenía otros síntomas; su madre insistió por cuatro años para que le realizaran otro estudio.
“Le diagnosticaron insuficiencia renal; tenía vómitos y otros síntomas; pero decían que estaba bien; antes de que lo diagnosticaran, lo tenían en urgencias y no le hacían nada; ahora ya me cambiaron a la doctora y ya lo están atendiendo”, cuenta la señora Esmeralda quien además expone que “al inicio” tuvo que comprar de su dinero los medicamentos porque no había en el Instituto, se llegó a gastar hasta seis mil pesos en el tratamiento de su hijo.
Ambos son originarios de Guerrero. La desconfianza que tenía la madre de Alberto en el sistema de salud estatal la llevó a buscar por sus propios medios el traslado de su hijo a la Ciudad de México.
“Si así batallamos con el problema de los medicamentos, imagínense con un recorte, menos nos van a dar el apoyo como debe de ser”, dijo la señora Esmeralda Reina, quien no es la primera vez que espera sentada con su hijo en las escaleras, afuera de Pediatría, a que le llamen para ser atendidos. Ahí, mientras desayuna en un recipiente de crema reutilizado, cuenta que “a veces se batalla para que lo atienda un doctor” y ha visto “malos diagnósticos de niños y que no los atienden porque no hay especialistas”.
A unos metros de ahí, caminando, en el Hospital Infantil de la capital mexicana, el señor José espera a que su esposa salga de ver a su hijo, quien está internado por neumonía. Expone que un recorte financiero al hospital donde está su hijo generará más problemas de atención y disminuirá la eficacia de la clínica.
“La eficacia y el tratamiento es un poco baja, ya que aquí (en el Hospital Infantil) están a una capacidad de 150 por ciento; no se están dando abasto, en dado caso del recorte presupuestario afectará más su rendimiento”, subrayó José.
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En la zona de hospitales al sur de la capital también está el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición. Ahí, afuera, Felipe espera sentado a que le llamen, pues su esposa está internada por un tumor canceroso en el hígado. Son de Veracruz y debido a la falta de aparatos en los hospitales locales tuvieron que buscar atención médica aquí, en el centro del país.
“En vez de un recorte deberían incrementarlo para que haya mayor atención. En Veracruz no había los aparatos necesarios y tuvimos que venir acá; no tenemos el dinero suficiente para pagar un privado. Afortunadamente nos atienden bien aquí”, dice el señor Felipe, quien considera que un recorte, además de afectar a pacientes y trabajadores de la salud, también golpea fuertemente el bolsillo de quienes salen de sus estados a buscar atención médica de mejor calidad.