Uno de los momentos más emotivos de la noche fue cuando Jay dedicó a su madre una canción inédita
Agradecido por el apoyo de amigos y fanáticos, Jay de la Cueva se presentó en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, dando por iniciado formalmente su camino como solista, con su gira “Desayuno americano”, luego de que su primer álbum fuera nominado al Latin Grammy, en la categoría de “Mejor Álbum Pop Rock”.
“Esta es una noche de primeras veces y las primeras veces suelen ser hermosas porque sorprenden. Hoy estamos trazando un nuevo camino y ustedes me están acompañando en esto que es tan lindo. He, de alguna manera, renunciado a tantas cosas que están muy cimentadas de una manera increíble, con tanto amor”, dijo Jay de la Cueva, conmovido por el apoyo del público que, aunque no llenó el recinto sí mostró querer ser soporte de su ídolo.
“He soltado todo eso para emprender esto que es nuevo, por eso es que resuena mucho en mi corazón que estén aquí”, agregó el multinstrumentista, refiriéndose a su constante participación en destacados proyectos conjuntos, desde Microchips, Fobia y Titán, hasta Molotov y Moderatto.
Así, el concierto arrancó, aunque con casi media hora de retraso, con el primer sencillo “Tokyo”, el cual condensa gran parte de la propuesta musical de Jay, que en esta ocasión se mueve entre los linderos del disco, el funk y la balada, con grandes fusiones de jazz y metal, que en el escenario fueron explotadas con destacadas improvisaciones.
Aunque es cierto que la mayoría de las canciones no fueron coreadas con tanto ímpetu por ser aún muy nuevas, algunas como “Desayuno americano”, “Volver a ser”, y “Llamas”, fueron muy ovacionadas.
Además de la llamativa composición musical otra de las características de las canciones que fueron coreadas es que las letras cantan al amor y a la seducción desde una gran sencillez, como en “Problemas con la ley”, o “Cómo olvidarme”.
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“Son increíbles estas primeras veces donde solamente tienes un álbum para tocar y no tienes más repertorio. Eso lo hace muy especial porque sé que algunos de ustedes apenas están conociendo el álbum, pero están aquí y eso es muy lindo para mí, es algo que recibo con mucho amor”, dijo el músico de 46 años de edad.
Uno de los momentos más emotivos de la noche fue cuando Jay dedicó a su madre una canción inédita, que no forma parte de su nuevo álbum, pero que quiso interpretar porque la compuso pensando en ella, quien falleció recientemente, y su padre, el pionero del rock Javier de la Cueva. Un blues que evoca el perdón que Jay le habría gustado le pidiera su padre a su madre cuando se separaron.
“Esta noche es única tocando en este recinto que es tan lindo y con tanta historia y acompañado de grandes colegas increíbles. Pero también tiene un sabor agridulce porque es la primera noche que tocó sin mi madre. Gracias a todos por estar aquí.
“Vamos a compartir esta canción, vamos a improvisar. No hay nada como quitarse el cinturón de seguridad y tocar sin filtros, sin ediciones. Sobre todo, para ustedes, sus oídos y sus corazones. Gracias por escuchar y por sentir en un mundo en el que sólo estamos pensando en cómo es la gente, su color y su estatura, pero no vemos su espíritu”.
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De este modo el concierto fue, no sólo la oportunidad de escuchar en vivo los primeros temas del proyecto en solitario, libre en su propia versatilidad al tocar en distintos momentos la guitarra, la batería y el piano; así como de su experiencia frente al público, que sin saber aún la letra de todas las canciones alentó y aplaudió cada acorde.