El investigador Israel Rodríguez explica los cambios en la producción nacional y su relación con el poder
A través de diferentes películas, el historiador Israel Rodríguez explica en su libro “El nuevo cine y la revolución congelada. Historia política del cine mexicano en los setentas”, las decisiones políticas que afectaron al cambio en la industria cinematográfica.
Fue un proceso largo de trabajo de investigación, indicó el autor, sin embargo pudo concretar su trabajo, gracias al apoyo del cineasta y ahora director de la Cineteca Nacional, Alejandro Pelayo, quien también ha publicado libros referentes a la historia del cine mexicano.
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“Analizo cómo se gestó esta historia política en la que hubo fenómenos de historias impresionantes. Las historias de los exiliados sudamericanos y que se convirtieron en grandes cineastas aquí, es parte de una amplia historia política”, afirmó Rodríguez en la presentación del libro en la Cineteca Nacional.
“Hay piezas fundamentales para este libro, uno de ellos, el libro de Charles Ramírez, “Cinema of Solitude”. Parte de la tesis central de ese libro debatible, pero arriesgado, que en el cine clásico había una serie de convenciones que permitían que el público y la industria cinematográfica mexicana tuvieran un lugar común muy estable. Los roles ya estaban definidos, cómo era la mamá, el papá, el hijo, el proceso de estabilidad e innovación estaba totalmente equilibrado, de manera que la gente veía una película nueva, pero sabía qué lugar iba a ocupar en esa película, lo que ocurre en el quiebre en los años 70, es que hay una crisis de la representación, los públicos se sacan de onda porque no se pueden identificar con las películas”, expresó el autor.
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“Algo que me gustó del libro fue que la censura la pone como un proceso de negociación de ida y vuelta, habla sobre las prácticas de los directores para evitar que se censure su trabajo poniendo algunas trampas al censor, como la película de México, México, ra ra ra de Gustavo Alatriste, que pone alusiones a Luis Echeverría, descalificando la figura presidencial porque sabe que eso es lo que van a censurar, porque le importan más los otros mensajes que se dicen y que son mucho más filosos.
“Este tratamiento de la censura nos habla que no es un proceso unilateral sino que es algo muy complejo”, aseguró la historiadora Lucero Fragoso en la presentación.