Mónica Lavín lanzó recientemente el libro “El lado salvaje”, que recopila las narraciones que comenzó a escribir hace más de una década
Desde 2015, impulsada en un principio por la memoria del terremoto que devastó la Ciudad de México en 1985, Mónica Lavín comenzó a escribir una serie de cuentos en los que lo imprevisible era, irónicamente, la gran constante. Nueve años después y tras una paciente acumulación de textos, 23 de esas historias al fin ven la luz con la reciente publicación del libro “El lado salvaje”, bajo el sello de la editorial Tusquets.
“Después de 1985 han pasado otras grandes cosas imprevisibles, como los temblores de 2017 y la pandemia. Todos ellos fueron eventos que, como tarjetazos, nos mostraron la fragilidad de la vida y la fuerza de la naturaleza.
“Pero la vulnerabilidad también se encuentra en lo más cotidiano, eso que creemos que es una circunstancia que podemos controlar, pero que en realidad siempre está amenazada por algo”, comenta Mónica Lavín, en entrevista con El Sol de México.
Y es que en estos cuentos es posible ver a personajes cuyos prejuicios, idiosincrasias, traumas o miedos, se trastocan por eventos en apariencia insignificantes y sin embargo definitivos: un editor snob y donjuán que encuentra el amor en el transporte público; una escritora que siente una inusitada amenaza por la presencia de un hombre en un manglar; la descompostura de un tranvía que muestra a una de sus pasajeros la realidad del sueño americano.
Sin embargo, aunque Lavín pone énfasis en lo preocupante que puede llegar a ser la conciencia de lo impredecible en lo más ínfimo y cotidiano, también afirma que se trata de una oportunidad para la resistencia.
“Creo que lo más amenazante es la conducta humana, lo que puede pasar en las reacciones que podemos tener con nuestras propias fragilidades y oscuridades frente a algo. Quizás lo más interesante en la escritura sea que parte de uno mismo puede salir y dar frente a lo impredecible”, menciona la escritora.
NADA OBVIO NI DEFINITIVO
Una característica interesante en los relatos de este libro es su tratamiento directo del lenguaje y que sus finales, en gran parte de las ocasiones, son abiertos o no cierran del todo, generando en el lector una inquietante sensación posibilidad latente.
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Sobre ello Lavín explica que es un estilo de escritura similar al de algunos de escritores que han sido parte de su formación lectora y escritural, como las de Raymond Carver o John Cheever.
“Me gustan ese tipo de cuentos que no tienen una explicación posterior o que no tienen un cierre obvio ni definitivo. Es como si tomaras un cucharón y aislaras un momento en el que hubo una revelación o una epifanía, pero la vida tiene que seguir. Esa forma me parece interesante y significa un reto, porque hay que encontrar un equilibrio entre lo que se dice y lo que no”, finaliza la autora, quien afirma sentirse alegre de volver a publicar un libro de cuentos completamente inéditos, pues fue con este género con el que comenzó a escribir.