Miles de simpatizantes de Claudia Sheinbaum mostraron que Villahermosa, Tabasco, ya es lo que fue Atlacomulco, Estado de México, para el PRI, o León, Guanajuato, para el PAN
Villahermosa, Tabasco.- Desde aquella primera precampaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, en 2005, hasta esta última demostración de fuerza y de capacidad de movilización de Claudia Sheinbaum Pardo, la capital tabasqueña ya es lo que fue Atlacomulco, Estado de México, para el PRI, o León, Guanajuato, para el PAN.
Algunas regiones del territorio nacional, algunas ciudades del país, algunos barrios, también se forjan de historia partidista. También tienen la vena de líderes políticos que dejaron huella, o palpitan el pulso de determinados momentos históricos. Tabasco emana obradorismo. Tabasco es de esos bastiones inexpugnables que se forjan en este complejo y variopinto mosaico electoral en México.
El Río Grijalva corre allá abajo aletargado, soñoliento por la temperatura que roza los cuarenta grados a la sombra. El río avanza hacia su desembocadura, en el Golfo de México, a unos cuantos kilómetros de este punto, como un “zangamilote bolo”, dirían los tabasqueños.
La humedad que levanta el Grijalva casi se pude tocar con las manos. Hace poco más de tres décadas que ese afluente acompañó éxodos por la democracia, toma de pozos petroleros, clandestinidad, campañas a la gubernatura, protestas por fraudes electorales y, está vez, una cuarta campaña presidencial, hoy con una mujer al frente de ese movimiento que se hizo partido, luego gobierno.
Sheinbaum Pardo, la mujer que hoy está ahí arriba del templete, la candidata presidencial de la coalición Sigamos Haciendo Historia (Morena-PT-PVEM), la del peculiar peinado de cola de caballo y raigambre chilanga, es la que tomó la estafeta de aquellos episodios cumbre en el obradorismo. Esos momentos en que este movimiento pasó del 21 por ciento de los votos en los comicios locales de 1988 al 70 por ciento en las elecciones presidenciales de 2018.
Los chocos, paisanos del presidente y líder fundador de Morena, los de los municipios de Macuspana, Cárdenas, Comalcalco, Paraíso y Huimanguillo, los que llegaron de Contla, Frontera, Cunduacán, Tenosique y Jalpa, apapachan y arropan a esa mujer a seis días de la elección presidencial.
“Una elección histórica en la historia de la Patria, porque el pueblo decidirá entre la corrupción o que continúe la transformación de México”, insiste la candidata.
La espera es larga, de cuatro o cinco horas, para el inicio del mitin, programado a las seis de la tarde. Algunos se retiran una vez que comienza el acto proselitista, sudorosos, ruidosos, con esa alegría y desparpajo que caracteriza a los chocos.
Van y vienen nutridos grupos de tabasqueños. Unos son simpatizantes de Morena, otros de Claudia Sheinbaum, pero también del candidato de ese partido a la gubernatura de Tabasco, Javier May. Todos del líder máximo del movimiento, del que hoy despacha en Palacio Nacional. Realizan piquetes en las principales vías de acceso a la Plaza Principal de Villahermosa.
Tienen un sólo objetivo: detener la comitiva donde viaja la candidata presidencial para reafirmarle, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, que Tabasco está con ella, que Tabasco es la cuna del obradorismo, que se vaya tranquila, que el estado seguirá siendo guinda y blanco el próximo 2 de junio.
El aire no sopla en la Plaza Principal de Villahermosa. La sensación térmica es de 50 grados. El ambiente es el de un vapor denso, gelatinoso, sofocante a ratos. Pero los ríos y ríos de gente no paran, son como nuevos brazos que le nacen al Grijalva. Nutren el espacio con cualquier fetiche o símbolo que haga referencia al fundador de este movimiento.
Por los cuatro puntos cardinales colman una plaza como en los viejos tiempos, como en los tiempos en que un hombre que en las tres últimas elecciones presidenciales decía a los fuereños, aquí, en este punto, “bienvenidos a mi tierra, bienvenidos a mi agua”.